Escrito por root, el 25 de enero de 2025
Si tienes una mascota, sabes que su bienestar es una prioridad para ti. Sin embargo, las nuevas normativas sobre medicamentos veterinarios en España están complicando las cosas, no solo para los veterinarios, sino también para los dueños de mascotas. Estas leyes no solo encarecen los tratamientos, sino que también limitan el acceso a medicamentos y dificultan la atención veterinaria. Vamos a analizar cómo afectan directamente a tu bolsillo, al bienestar de tu mascota y al trabajo de los veterinarios.
1. ¿Por qué las consultas serán más costosas?
No, los veterinarios no están subiendo sus precios porque quieren ganar más dinero. El problema está en la cantidad de burocracia y el tiempo necesario para cumplir con las normativas actuales. Cada prescripción debe ser perfectamente justificada, registrada en plataformas electrónicas y acompañada de pruebas específicas, como antibiogramas, en muchos casos.
- ¿Qué es un antibiograma?
Es una prueba que determina qué antibiótico es efectivo contra una bacteria específica. Aunque puede ser útil, no se exige en salud humana, donde las resistencias antimicrobianas son mucho más frecuentes. Sin embargo, en veterinaria, es obligatorio en muchas situaciones, lo que alarga el tiempo de diagnóstico y encarece el tratamiento. - El impacto en los costes:
Cada paso adicional (antibiogramas, justificaciones, recetas electrónicas) consume tiempo que el veterinario podría dedicar al cuidado directo del animal. Esto obliga a aumentar los precios de las consultas, no por decisión del veterinario, sino por las trabas impuestas por las leyes.
2. Los medicamentos serán más caros y difíciles de conseguir
Antes, cuando visitabas al veterinario, podías llevarte el medicamento necesario directamente de la clínica. Sin embargo, ahora las normativas prohíben a los veterinarios vender medicamentos, obligándote a ir a una farmacia o distribuidora. Parece un pequeño cambio, pero tiene grandes consecuencias:
- La industria no está preparada para las farmacias:
Muchas veces, las farmacias no tienen los formatos necesarios para medicamentos veterinarios. Por ejemplo, los veterinarios compraban formatos hospitalarios y asumían el riesgo económico de tener esos medicamentos disponibles para sus pacientes. Ahora, los dueños de mascotas deben buscar medicamentos en farmacias que, en muchos casos, no tienen el producto adecuado o lo venden a precios más altos. - Falta de formatos accesibles:
Los laboratorios no fabrican medicamentos en las cantidades adecuadas para mascotas pequeñas (como gatos, conejos o perros pequeños). Antes, los veterinarios ajustaban dosis de formatos grandes, pero ahora esta práctica está limitada, lo que encarece aún más los tratamientos. - Problemas de disponibilidad:
Si una farmacia no tiene el medicamento en stock, el propietario debe buscarlo en otra o pedirlo, lo que retrasa el tratamiento, especialmente en emergencias.
3. Se limita la libertad diagnóstica del veterinario
Una de las mayores preocupaciones es que las normativas actuales atentan contra el criterio profesional del veterinario. Los veterinarios estudian años para tomar decisiones basadas en su experiencia y conocimiento, pero las leyes ahora imponen restricciones que limitan su capacidad de actuar en el mejor interés del paciente.
- Restricciones en la elección de tratamientos:
Los veterinarios no pueden usar medicamentos de uso humano (normativa de cascada) salvo en casos muy específicos. Esto les quita flexibilidad para elegir el tratamiento más eficaz o asequible. - Uso de medicamentos críticos:
La normativa impone restricciones estrictas para ciertos medicamentos, incluso cuando son necesarios para salvar la vida de un animal. Estas limitaciones no existen en salud humana, donde hay mayor flexibilidad para tratar a las personas. - Antibióticos y resistencias:
Aunque se culpa a los veterinarios de generar resistencias antimicrobianas, la realidad es que la salud humana es responsable de la mayoría de estas resistencias. Sin embargo, las leyes son mucho más exigentes con los veterinarios, exigiendo pruebas y justificaciones que no se piden en hospitales humanos.
4. España: un caso único en Europa
España es uno de los pocos países donde los veterinarios enfrentan una regulación tan estricta y una fiscalidad tan alta:
- 21% de IVA en servicios veterinarios:
En lugar de considerarse un servicio sanitario esencial, como ocurre en otros países europeos, los servicios veterinarios tienen un IVA del 21%, lo mismo que bienes de lujo. Esto encarece aún más las consultas y tratamientos para los propietarios. - Prohibición de la venta de medicamentos:
En otros países, los veterinarios pueden dispensar medicamentos directamente, facilitando el acceso rápido a los tratamientos. En España, esta práctica está prohibida, perjudicando tanto a los veterinarios como a los dueños de animales.
5. ¿Cómo afecta esto a ti y a tu mascota?
Estas leyes tienen un impacto directo en tu vida y en la de tu mascota:
- Tratamientos más caros: La falta de libertad diagnóstica, los costes de las pruebas obligatorias y las trabas en la dispensación de medicamentos aumentan los costes.
- Retrasos en tratamientos: La imposibilidad de obtener medicamentos en la clínica veterinaria y la falta de disponibilidad en farmacias puede retrasar la atención en emergencias.
- Menos veterinarios disponibles: Muchos veterinarios, especialmente en zonas rurales, están abandonando la profesión debido a la carga burocrática y las restricciones económicas. Esto deja a los dueños de mascotas con menos opciones de atención.
Conclusión: estas leyes perjudican a todos
Las normativas actuales, aunque diseñadas con buenas intenciones, ponen en riesgo la calidad del servicio veterinario en España. Los veterinarios tienen cada vez menos libertad para tomar decisiones clínicas, enfrentan más burocracia y ven cómo aumentan los costes, mientras que las familias que cuidan de sus animales sufren el impacto directo en sus bolsillos y en la accesibilidad a tratamientos.
La veterinaria debería ser tratada como lo que es: una profesión sanitaria esencial para la salud y el bienestar animal y, por extensión, la salud pública. Sin embargo, en España, las leyes y políticas fiscales están alejadas de esta realidad, dejando tanto a los veterinarios como a los propietarios de animales en una situación insostenible. Si seguimos este camino, cuidar de nuestras mascotas será más caro, más complicado, menos accesible para todos y peor aún, se pondrá en riesgo la sanidad pública por la ambición desmedida del lobby farmacéutico. Cuidar de nuestros animales no debería ser un lujo, sino un derecho básico.